En
la línea ideológica del misteriosamente enriquecido prebojte manchego (aquel que siendo ministro de Defensa declaró que
prefería morir a matar), el engominado alcalde de Zaragoza no se ha contado un
pelo y, en presencia del director de la Academia Militar de Zaragoza, sugirió
que, mientras tales instituciones desaparecen, debería ser una Academia Militar no militarista. Si la boutade ya fue de órdago a la grande, la
explicación no le fue a la zaga.
En
efecto, dijo que Hay que distinguir entre
los militares profesionales y el militarismo como ideología, que prioriza la
agenda militar a todas las demás. El militar es un profesional vocacional al
servicio del bien común y de la justicia social, y se mostró convencido de que la academia actual tiende
a educar a sus militares como soldados de la justicia social, y no a ser militaristas. Para remate, entre las ocupaciones a las que
pidió que se dedicaran las Fuerzas Armadas, estaban el reto de la corrupción, la falta de transparencia, la violencia de
géneros y el mobbing laboral.
Va a
ser que tanta gomina le está afectando la neurona sana que tenía, porque esa
sarta de despropósitos no se le ocurren ni al que asó la manteca.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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