jueves, 23 de marzo de 2017

Gañanes

Es lo que pensé cuando vi la foto de estos dos individuos. Claro, que la verdad es que cualquier cosa distinta me habría sorprendido bastante.
Tomemos al jefe de Estado. Sin apenas estudios, de profesión conductor de autobús (y que me perdonen los conductores de autobús, gremio por el que siento un mayor respeto, profesionales con una visión espacial fuera de lo común que son capaces de hacer maniobras complicadísimas con vehículos enormes), se vio catapultado a la primera magistratura del país tras el fallecimiento de su predecesor. Quiero con esto decir que quizá su altura intelectual no le dé para procesar las más elementales nociones de protocolo y urbanidad. Por otra parte, la prenda superior parece ser un chándal o equivalente, por lo que llevaría el uniforme oficioso del socialismo del siglo XXI.
Luego está el otro, el antiguo jefe del ejecutivo. Un hombre de alcances limitados, pero capaz de una proeza difícilmente superable: cruzando una calle (de Nueva York, creo), conseguía ir con un puño de la camisa completamente por fuera de la chaqueta, y el otro completamente por dentro. Si a esto le añadimos que en una foto con el presidente de Estados Unidos tanto él como su familia (su esposa con aspecto de que le picaba algo por ahí abajo, sus hijas con atuendos góticos y ademán encorvado) tenían un aspecto francamente mejorable, a nadie debe de extrañarle que aparezca sin corbata, pantalones arrugados (y demasiado largos, diría yo) y calzado deportivo.
En cuanto a las respectivas posturas –uno, sentado de lado; el otro, con las piernas cruzadas-, casi mejor no decir nada…

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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