Me
importan tan poco los premios de la academia española de cinematografía (los
llamados Goya) que he refundido lo
que en otras condiciones serían tres entradas en sólo una. Así me las quito de
un plumazo y no martirizo a mis (escasos) lectores durante tres días seguidos.
Y yo me quito de una tacada el tener que escribir tres días sobre el mismo
tema.
Noticia
número uno: los Reyes y sus hijas se fueron a esquiar a Astún el fin de semana
en que se entregaban los premios. O, por decirlo a las claras, pasaron de los
Goya para irse a la nieve. Si yo pudiera y me gustara esquiar (que no es el
caso, al menos en lo que al deporte blanco se refiere), haría exactamente lo
mismo. Total, para ir a un sitio donde (seamos prudentes) la mitad no quiere ni
verme y el noventa por ciento no sabe cómo dirigirse a mí (era Alteza cuando era
príncipe, y ahora es Majestad; ¿te enteras, manchego de los cojones?), mejor
voy a divertirme en familia.
Noticia
número dos: resulta que el cine español recibe tres veces más subvenciones de lo que recauda en IVA (y eso que el IVA cultural
es el más alto de todos). En realidad, eso no es noticia: el mundo del cine español se las da de artistas, pero van a lo que vamos todos.
A por la pela. Pues a ver si se aclaran: o es arte, o es industria. Pero no las
dos cosas a la vez. En esos Estados Unidos de los que tanto abominan y por los
que tanto pierden el culo lo tienen muy claro: es una industria, y punto. El que
quiere hacer arte no recurre a papá Estado, sino que se busca las
lentejas.
Noticia número tres: recién acabada la gala (qué manera de estropear el nombre de una
amiga), la Academia de cine convocó un concurso de ideas para los próximos Goya.
Yo tengo una, y se la ofrezco gratis et amore.
Que
no los celebren.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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