Es
en lo que pensé cuando leí sucesivamente la noticia de que las empresas denunciaban una huelga ilegal encubierta de los estibadores, la de que tienen un sueldo medio de setenta mil euros y se pasan el trabajo de padres a hijos y nietos y
la de que, buscando presionar al gobierno para que no lleve a cabo la reforma
que exige Bruselas –reforma que, según algunas estimaciones, crearía dieciocho mil puestos de trabajo y elevaría el producto interior bruto en dos mil cuatrocientos millones de euros al año (vale, no son unas cantidades enormes, pero son algo)-
habían convocado tres semanas de paros.
Por
mi cabeza pasaron las imágenes de las películas que han reflejado este tema,
desde las serias como La ley del silencio
hasta las de puro entretenimiento como Eraser.
En todas ellas, los sindicatos de estibadores eran los que imponían la ley en
los puertos, y ay del que pretendiera saltarse esa ley, ya fuera Marlon Brando
o un mafioso ruso aliado con James Caan.
Y,
de momento, los estibadores no han hecho nada que desmienta la citada impresión…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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