Si
alguna ideología tiene en España que callar sobre su pasado, esa es la de
izquierdas.
Ya
desde sus orígenes proclamaron que se atendrían a las formas democráticas
cuando las mismas les sirvieran para alcanzar sus objetivos, y que en caso
contrario no dudarían en saltarse la legalidad; fue también la izquierda la que
amenazó de muerte en sede parlamentaria, bien a la cabeza del ejecutivo cuando
se encontraban en la oposición, bien al jefe de la oposición cuando eran ellos
los que detentaban el gobierno. Fue la izquierda la que, arrogándose unos
resultados que no se correspondían con la realidad, y ante el vacío de poder
dejado por la renuncia del Jefe del Estado, proclamó la república sin tener
competencias ni legitimidad para ello. Fue la izquierda la que pergeñó una Constitución
hecha contra la mitad de los españoles; la izquierda la que montó una
sublevación armada cuando los resultados en las urnas no le favorecieron; la
izquierda la que montó un fraude electoral para asegurarse de obtener el poder;
la izquierda la que aceptó una guerra civil, segura de ganarla; la izquierda la
que entregó las reservas de oro del Banco de España y la que esquilmó las
entidades bancarias en su propio beneficio; la izquierda la que despellejó
vivos a los suyos (y esto es literal) al tiempo que hacía sacas de inocentes y montaba chekas
cuyas atrocidades dejaban chicas a la tan denostada Inquisición.
Fue
la izquierda la que, incapaz de vencer al dictador en el campo de batalla e
incapaz de derrocarle durante los cuarenta años que duró su régimen, se subió
al carro de la democracia. Fue la izquierda la que, cuando las urnas volvieron
a serles hurañas, proclamó que España se
ha equivocado. Fue la izquierda la que hizo posible aquello de que España
fuera el país donde más fácil es hacerse
rico rápidamente. Fue la izquierda la que montó el terrorismo de Estado, no
para acabar con el terrorismo de izquierdas, sino para enriquecerse algunos con
los fondos de reptiles. Fue la
izquierda la que primero montó una trama de corrupción para financiar las
formaciones políticas y los sindicatos. Fue la izquierda la que más ha pactado
con las formaciones políticas cuyo objetivo último es destruir España. Fue la
izquierda la que más ha negociado, pactado y cedido con los terroristas. Fue la
izquierda la que contrapuso la democracia
de la calle a la democracia del
Parlamento, ocupando semanas y semanas las vías públicas, generalmente en
ayuntamientos… de derechas.
Es
la izquierda la que calla ante regímenes machistas, homófobos y criminales. Es la
izquierda la que más mediocres (y eso, siendo generosos) por metro cuadrado ha
puesto en las esferas del poder.
Por
eso, cuando Junior defiende seguir recordando la cal viva y asegura que quienes dicen 'no hablemos nunca del
pasado', demuestran una actitud enormemente autoritaria, demuestra que,
además de un tipo autoritario (de eso hablaremos otro día), es un estúpido, o
un imprudente… o ambas cosas.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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