Las
tres primeras obras de Matthew Pearl –El clubDante, La sombra de Poe y El último Dickens- tenían tres puntos en
común: el primero, obvio por los títulos, que la trama tenía que ver con un
escritor famoso; el segundo, que se desarrollaban en la zona de Nueva
Inglaterra; y el tercero, que la acción transcurría en la segunda mitad del
siglo XIX.
En
esta novela, en cambio, deja de lado la trama literaria, pero no la
ambientación geográfica –la mayor parte de la narración tiene lugar en Boston o
sus alrededores- ni la histórica, puesto que se encuadra dentro del nacimiento
del Instituto de Tecnología de Massachussets, hace ahora medio siglo.
Pensando
en lo que escribiría, se me ha ocurrido que podría ser una especie de Crichton
decimonónico, puesto que el misterio se fundamenta en la ciencia más avanzada…
para la época. Misterio bien graduado y con giros sorprendentes en cierto modo,
puesto que lo de que el culpable fuera alguien que está delante de las narices
del lector desde el principio era un recurso ya empleado por Pearl en su opera
prima.
En
cuanto a la última novela de Pearl –The last
bookaneer; para la que brindo la traducción de El último filibrostero-, parece que recupera la vinculación
literaria, mantiene la cronológica y abandona la geográfica.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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