Hace
casi tres semanas se celebró el Día del Trabajo. Como de costumbre, a la cabeza
de las manifestaciones se pusieron los llamados sindicatos más representativos –es decir, los socialistas de la UGT
y los comunistas de CCOO-, aunque representen, más que a nadie, a ellos mismos.
Recientemente,
los líderes de esas dos formaciones parapolíticas –porque es en lo que han
devenido, alejándose del que debería ser su objetivo, esto es, la defensa de
los trabajadores en general y de sus afiliados en particular- se han dedicado,
más que a la lucha obrera, a realizar cruceros de lujo, pasar temporadas en
balnearios, pegarse auténticos atracones de marisco o comprar relojes de lujo.
Con
semejantes referencias, cualquiera
pensaría que, con un par de dedos de frente, lo que harían sería mantener un perfil bajo y estarse bien calladitos,
para no tener que decirles aquello de ya
habló de putas la ‘Tacones’. Pues no: fieles a su costumbre de no dejar
pasar la ocasión de dejar pasar la ocasión, tuvieron que ponerse a pontificar y
dar lecciones sobre empleo –ellos que han aplicado la reforma laboral que tanto
denuestan- y corrupción (de esto sí que deben saber un rato, sobre todo de
Despeñaperros para abajo).
En
cualquier caso, si se quiere tener éxito, ya se sabe: hay que hacer,
exactamente, lo contrario de lo que predican semejantes personajes y las
organizaciones que encabezan.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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