Los
progres españoles, sobre todo cuando
están en la oposición, se acuerdan del que fue Jefe del Estado durante casi
cuatro décadas e insisten en desenterrarlo de su sepultura en el Valle de los
Caídos. Olvidan, quizá a propósito, que el Generalísimo no previó ser enterrado
en la basílica de Cuelgamuros –diría que, en principio, la misma se encuentra
reservada a los caídos en la (última) guerra civil, y Franco, como bien saben
todos los antifranquistas sobrevenidos (que son legión), murió en la cama-,
sino en el panteón familiar de su domicilio mientras ejerció la más alta
magristratura del Estado (esto es, en el cementerio de El Pardo); fueron su
sucesor a título de Rey, junto con el presidente del Gobierno (no Suárez, como
he leído por ahí, sino Arias Navarro), los que decidieron que su sepelio
tuviera lugar en el lugar que ocupa ya durante más tiempo del que gobernó
España.
Lo
malo es que a los progres se les ha unido ahora el partido de Naranjito que, no contento con apoyar a
los guerracivilistas que Rodríguez revivió, propone reconvertir el Valle de los Caídos en el Arlington español. Teniendo en cuenta que en el camposanto de Virginia
puede ser enterrado casi cualquier militar estadounidense, además de su cónyuge e hijos (si son menores o dependientes), aconsejaría al estríper electoral que se lo pensara dos veces.
Porque
a lo mejor no hay sitio para tanta gente… además de que, en cierto modo, el
Valle de los Caídos ya es el Arlington español. Sólo que al otro lado del Atlántico
no hacen de los muertos elementos de contienda política.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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