Una
impresión que he obtenido a lo largo de mi vida es que el nivel de exigencia
académica en la educación preuniversitaria (llamémosles escuelas, colegios,
institutos…) ha ido decreciendo con los años. Si era todavía difícil de
apreciar en el lapso que transcurrió entre mis estudios y los de mi hermano
pequeño (soy el mayor y nos llevábamos seis cursos), conforme han ido pasando
los años y he ido viendo los temarios de sobrinos, hijos de amigos y demás la
cosa se ha hecho patente (para mí).
No
es de extrañar que el sistema educativo español esté a la cola en los estudios
internacionales sobre la materia: libros con más ilustraciones que texto, materias
localistas, rebaja de la exigencia, nulo respeto al profesorado por parte del
alumnado y de los padres de éste, cambio de las calificaciones numéricas por
términos como necesita mejorar o progresa adecuadamente… Parecía que las
cosas ya no podían ir peor. Pues estábamos equivocados.
Ha
saltado la noticia de que el Gobierno está estudiando permitir superar la ESO,
no ya con hasta dos asignaturas suspendidas, sino incluso sin alcanzar la media de aprobado, esto es, de cinco (sobre diez, que esa es otra: llegas a
selectividad y puedes alcanzar, creo, hasta un catorce).
Todo
sea por no traumatizar a los alumnos: burros, pero titulados.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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