Cada
vez parece más claro que los necionanistas
catalanes están dispuestos a seguir adelante con su proceso hacia Dios sabe dónde, mientras nadie fuera de su círculo
parece tomárseles en serio.
Respecto
a lo primero, a finales del mes pasado la asamblea legislativa autonómica
aprobó la reforma legal pertinente –aunque habría que llamarla ilegal… pero ese es otro asunto- para poder proclamar la república en una hora. Lo que habría que ver es quién
reconocería a esa república de butifarra y pantumaca.
Quizá
lo hiciera el conductor de autobús devenido, por arcanos del destino,
presidente de su país, que se ha fotografiado con el trapito independentista
(aunque, dado que es un hombre que habla con los pajaritos, es posible que la
confundiera con la de sus asesores cubanos). Pero no, por ejemplo, el moro gurrumino
al Sur del estrecho de Gibraltar, porque Cocomocho
ha tenido que suspender un viaje a ese país (que, objetivamente, tiene todas las papeletas para desearle mal a España) porque no le iba a recibir ni el
tato.
Y
mientras, el abad de Montserrat (otro que tal baila… la sardana) presume de haber hablado con el papa del proceso.
Lo que el taimado fraile se calla –más que benedictino, parece tan jesuita como
el argentino devenido sumo pontífice de la Iglesia católica- es lo que Su
Santidad le dijo a propósito del tema…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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