viernes, 15 de junio de 2012

Por la boca muere el pez

Finalmente, el sedicente artista Javier Krahe ha sido absuelto de un delito de ofensas contra los sentimientos religiosos. De entre todas las palabras que pronunció tras la sentencia, me quedo con once: el delito de ofensas contra los sentimientos religiosos no debería existir.
Porque esas once palabras dicen mucho. Nos cuentan la intencionalidad, si no de la cadena de televisión que, un cuarto de siglo después de su creación, reprodujo el corto, sí del perpetrador del cortometraje. Y es que el delito que menciona el absuelto Krahe existe. Es decir, lo que vino a decir fue Lo que yo hice no debería ser delito… dejando implícito la conclusión lógica: pero lo es. Y, a pesar de su lapsus linguae, no creo que el señor Krahe sea estúpido. Más bien, todo lo contrario. Estoy convencido de que, cuando hizo lo que hizo, el señor Krahe pretendía precisamente eso: molestar los sentimientos religiosos de los cristianos (y de los católicos en particular, que son mayoría en España, mal que le pese a la progresía). Es como si yo digo lo siguiente:
Receta para cocinar a un homosexual: se coge a un homosexual y se le pone en la sartén a fuego lento. No hace falta echar aceite, ya lo pierde él solo.
Quizá no tenga la intención de molestar a los homosexuales, pero que les voy a molestar. Y nadie admitiría que me defendiera diciendo es que el delito de homofobia no debería existir. Pero claro, no es lo mismo atacar al colectivo homosexual (o incluso simplemente discrepar del lobby gay) que insultar a los católicos. Eso sale gratis en España porque, al fin y al cabo, la Iglesia Católica es culpable de todos los males de España, como no para de señalar César Vidal, que ya se está poniendo pesadito (lo primero dicho con ironía, lo segundo sin ella).
Me gustaría ver al señor Krahe insinuando siquiera lo mismo con algún símbolo religioso musulmán. A ver si mostraba tanto sentido artístico.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
P.D.: Utilizo el término señor en el mismo sentido que lo empleaba Groucho Marx. Vamos, que no conozco demasiado bien al señor Krahe… ni tengo ningún interés en que esa situación cambie.


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