viernes, 2 de enero de 2015

Nada cambia

De una década para acá, poco más o menos –y en paralelo con la caída en picado de la calidad artística de las películas de Almodóvar, niño mimado de la industria cinematográfica estadounidense y niño odiado de la llamada Academia Española del Cine… o como se llame-, las películas seleccionadas por España para optar a la nominación al Óscar a la mejor película en lengua no inglesa (no hablemos ya de optar al Óscar mismo) se quedaban en eso, en seleccionadas para optar.
Un año más, la cosa ha seguido los mismos derroteros. La Academia española selecciona una película –este año, Vivir es fácil con los ojos cerrados- que sólo les interesa a ellos, y reciben un soplamocos en todos los morros a las primeras de cambio. Y hasta el año próximo.
Cuanto antes entiendan que los norteamericanos conciben el cine como una industria, y no como un arte (al menos, no principalmente como un arte), mejor les irá. Aunque no tengo muchas esperanzas de que ocurra, ni tampoco demasiados deseos: me desaparecería una de las risas tradicionales de finales de año…

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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