domingo, 30 de agosto de 2015

Yo también soy Inma Sequí

No soy de campañas, concentraciones ciudadanas, recogida de firmas e iniciativas semejantes. Mi opinión es que los que tienen el poder van a hacer lo que les venga en gana, apoyándose en la calle cuando ésta coincide con sus opiniones e ignorándola olímpicamente cuando no. Pasa con Rajoy, pasó con Zapatero y pasará con el que venga.
Dicho lo cual, he querido con el título de este artículo manifestar (como suele decirse) mi repulsa e indignación por el cobarde atentado que ha sufrido Inmaculada Sequí, la presidenta de Vox en Cuenca, de dieciocho años de edad. Al salir de su casa, tres energúmenos la emprendieron a patadas y golpes con ella al grito de fascista. Las reacciones han sido en general de condena, aunque con matices. Paso a comentarlas:
  • Desde una distancia política que difícilmente puede ser mayor, mi ánimo y apoyo a Inma Sequí y mi condena y desprecio a sus agresores (Pablo Echenique, Podemos). Si la política es un círculo, la única manera de que dos ideologías estén lo más distanciadas posibles sería que una estuviera en el centro y otra en uno de los extremos, o bien que las dos fueran intermedias. Dudo que Echenique considere que Vox se encuentra en el centro del espectro político, y ni siquiera en la derecha moderada: para cualquiera a la izquierda del PP, Vox es la extrema derecha (o la derecha extrema, que decían los cursis durante el zapaterato). Eso implicaría, como he dicho, que Echenique se ubicaría a sí mismo en el centro, para que la distancia política fuera difícilmente mayor. Pero los neocom consideran a todos los demás (paleocom, socialistas, Ciudadanos, populares y Vox) como demasiado de derechas, lo que les convierte a ellos en extrema izquierda (que es lo que son)… y, por lo tanto, políticamente pegados a la extrema derecha. Luego, en la tortuosa forma de razonar de esos individuos, la distancia política difícilmente puede ser... menor.
  • Algunos que han favorecido discursos violentos deberían reflexionar sobre las consecuencias de sus palabras (Rafael Hernando, Partido Popular): para eso, deberían poseer funciones cerebrales superiores que les permitieran hacer algo más que rebuznar y dar coces (mi disculpas al noble jumento por la comparación), lo cual es francamente dudoso.
  • Si se demuestra que ha sido por una cuestión ideológica hay que decir que basta ya, porque no se puede atacar a nadie por sus ideas (PSOE, fuente sin identificar): si te parece, la llamaban fascista por ser rubia, ¿no te fastidia?
  • Rechazo la violencia y condeno todas las agresiones: incluidas la sufrida por la dirigente de Vox, las de los sin techo e incluso la mía (Gaspar Llamazares, Partido Comunista de España, integrado en Izquierda Unida): cuando ya nadie se acordaba de que al médico filocastrista le habían soltado un ladrillazo, el muchacho aprovecha para traer a colación la cuestión. Por otra parte, si tan en contra está de las agresiones, todavía estamos esperando que –por ejemplo- condene las sacas que su partido organizó durante la Guerra Civil en lo que podría considerarse un delito de genocidio, puesto que a la gente se la mataba, entre otras cosas, por su religión. Que es salirse un poco del tema, vale, pero a demagogos podemos jugar todos.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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