sábado, 3 de octubre de 2015

De convocatoria en convocatoria hacia el desastre final

Si hasta ahora no he comentado las elecciones autonómicas catalanas, celebradas hace una semana, ha sido porque, como diría Jorgito Polluelo (hay que ver, yo citando a semejante individuo), no tocaba. Y si las comento ahora, no va a ser en relación con el resultado, sino con lo que podríamos llamar la periferia del mismo, es decir, el tratamiento, las reacciones, las consecuencias…
Empezando por el Partido Popular –que se ha pegado un costalazo de padre y muy señor mío, aunque menor que el que pronosticaban las encuestas-, resulta bastante patético, por no decir triste, el modo en que ha reaccionado frente a lo que ellos consideran su mayor amenaza. Dado que Ciudadanos hace lo que los populares no (hablar sin tapujos ni complejos de que los necionanistas, pura y simplemente, están cometiendo delitos), lo que debería hacer el partido de la gaviota es precisamente hacer eso que no hace, valga el retruécano. En su lugar, manipulan las retransmisiones televisivas de la emisora gubernamental (ahora y siempre, no nos engañemos: lo de gubernamental y lo de manipular, gobierne la derecha o la izquierda) para primar a los azules sobre los naranjas, y no mencionarles cuando comparece el registrador de la propiedad, como si el hecho de no citar un problema fuera a hacer que el mismo desapareciera.
Quien sí habla alto y claro –aunque, en un ejercicio de parcialidad perfectamente entendible en cualquier ser humano, olvide su responsabilidad en el actual estado de cosas- es el expresidente del gobierno (y del partido), diciendo más o menos lo que yo acabo de expresar y lo que ya dijo Einstein: si uno actúa una y otra vez del mismo modo, es estúpido esperar que los resultados que se produzcan sean diferentes.
Obviando al PSOE, que se ser alternativa de gobierno en la región ha pasado al tercer puesto (y gracias, que si los secesionistas hubieran concurrido separados serían los cuartos, porque no creo que, a pesar del gafe que supone Arturito, arrastrara –aún- a su partido –ya no coalición- por debajo de los suciolistos), hay que hablar de la extrema izquierda, tanto necionanista como neocom. De los primeros hay que decir que les encanta ser el verso suelto, puesto que mientras la coalición que más votos cosechó afirmó que se sentían legitimados para seguir con lo que llaman el proceso (cosa que iban a decir con que hubieran conseguido un solo voto más que los segundos más votados), el grupito del de la chancleta ha negado que las urnas les hayan dado tal legitimidad. Quizá esa declaración sea una especie de agradecimiento al hecho de que hayan desaparecido informes policiales sobre su origen (ya lo dice el refrán castellano, piensa mal y acertarás), aunque la cosa se les pasó rápido, porque tras reiterar que en ningún caso apoyarían la investidura de alguien imputado por corrupción, se descolgaron proponiendo una presidencia coral (estos, con tal de dar la nota…), en la que también intervendría el susodicho imputado por corrupción.
Y dejo para el final al partido del de la coleta, que iban de grandes triunfadores y acabaron en cuarta posición, por detrás del PSOE y por encima del PP (lo que, la verdad, tampoco tiene mucho mérito en Cataluña), aunque por poco. Unidos a los paleocom, han conseguido todavía menos votos y escaños que estos últimos en los últimos comicios, por lo que de la soberbia han pasado a la disponibilidad para integrar un gobierno de izquierdas.
En resumen, que si le dejan convocar un par de elecciones autonómicas más (lo cual tampoco es tan descartable, al menos las primeras, si no se consigue elegir presidente en dos meses), Arturito Menos se carga él solito el necionanismo catalán como opción de gobierno. Total, la coalición ya se la ha cargado…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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