martes, 6 de octubre de 2015

No elimines a las alimañas, pero luego no te quejes...

Como he leído por ahí, el problema con los ataques a la Constitución española es que se trata de un texto, digamos, no activo en lo que se refiere a su defensa, a diferencia de, por ejemplo, la Constitución de la República Federal Alemana, que prohíbe algunas ideologías como el nacionalsocialismo.
En España eso no ocurre. Estamos tan acomplejados que la Constitución permite expresar libremente cualquier ideología… incluso aquellas cuyo fin último es acabar con la Ley de Leyes, como el necionanismo catalán, el filoterrorismo vasco o la de los neocom.
Y claro, con este estado de cosas, pasa lo que pasa. Como que, en plena tribuna de oradores del Congreso de los Diputados, un parlamentario (rebuznatario habría que decir, si ello no constituyera una ofensa para los nobles jumentos) de los del p-ETA se permitió la libertad de arrancar páginas de un ejemplar de la Cosntitución. La presidencia de la cámara reaccionó tarde, y cuando lo hizo lo hizo de mala manera: no le sancionó, sino que le citó –a él y a otro de sus cofrades- para regañarles y pedirles que rectificaran la ofensa. Evidentemente, los miserables no sólo no se retractaron, sino que se permitieron echar sal en la herida, equiparando el romper la constitución a romper la papeleta de un referéndum ilegal. Finalmente, tarde y mal, Jesús Posada les expulsó por su no retractación.
Puestos a hacer equiparaciones de pata de banco, es como si yo equiparo el pegar un puñetazo en la mesa con pegárselo en su facha granujienta. Cosa que nunca haría, por supuesto: si pego un puñetazo en la mesa es probable que me haga daño, pero si se lo propino a semejante individuo, a saber la clase de infección virulenta que podría pillar…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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