jueves, 22 de octubre de 2015

Ni una mala palabra, ni una buena acción

Como entrenador, Vicente del Bosque se hizo famoso en la última etapa de Lorenzo Sanz como presidente del Real Madrid y la primera de Florentino Pérez. Llegó a conseguir dos Copas de Europa (eso de llamarlo Liga de Campeones no deja de ser una chorrada, puesto que el actual campeón de la competición se clasificó para la misma sin haber ganado un solo título), y salió un poco por la puerta de atrás y de mala manera. Eso, junto a no decir nunca una palabra más alta que otra, le valió la simpatía de parte de la afición, incluso de la antimadridista.
Sin embargo, y desde mi punto de vista, el tiempo se ha encargado de ir desmoronando tanto su prestigio deportivo como el personal. En cuanto a lo primero, es cierto que ha ganado una Eurocopa y un Mundial de Clubes, pero puede decirse –para sus detractores- que vivió de las rentas de lo creado por Luis Aragonés: su palmarés como técnico a nivel de clubes, dejando aparte la etapa merengue, es (seamos generosos) discreto; en cuanto a la selección española, cuando la probablemente mejor generación de nuestro fútbol ha ido envejeciendo, Del Bosque no ha sabido renovar el equipo. Es cierto que ha hecho debutar a muchos jugadores (teniendo en cuenta que lleva siete años como seleccionador, ya le vale), pero llegado el momento de la verdad, ha recurrido a los de siempre, y así nos ha ido en el último Mundial: en el partido de debut recibimos más goles que en todo el campeonato anterior.
En cuanto a lo personal, su aparente bonhomía encubre, a mi parecer, un odio enorme por Florentino Pérez, que no ha vacilado en extender al Real Madrid. En cualquier disputa entre el Madrid y otro club, se pone siempre de parte del otro club, especialmente si dicho club es el Barcelona, llegando a disculpar incluso los pitos al himno y al Rey en la final de Copa (que ya tiene narices tratándose del seleccionador de España).
Para acabar de rematar la cosa, acaba de decir que Guardiola sería un buen sucesor suyo, porque tiene valores. En efecto, los tiene, y están muy claros: primero él, luego él y siempre él.
Anda que…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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