No
es que tuviera, la verdad, demasiadas esperanzas en la honestidad intelectual y
ética de los neocom (eso, por no
decir que no tenía ninguna). Al fin y al cabo, eran políticos, españoles y,
para remate, de izquierdas, por lo que su modus
operandi podría resumirse en un fíjate
en lo que digo, porque haré justo lo contrario.
Y así
ha sido, empezando por el principio y siguiendo por todo lo demás. ¿Que se iban
a bajar los sueldos? Narices, si incluso cobran las indemnizaciones hasta el
último euro. ¿Que iban a prescindir de los vehículos oficiales? Al valenciano
Puig la bicicleta le duró dos telediarios, y si el concejal escracheado por los policías no fuera en
coche oficial, a lo peor les estaba llamando fascistas desde la cama de un hospital.
Y luego
está el caso de doña Rojelia, autora
de frases de tal hondura científica como vamos
a dedicar nada menos que una cantidad muy importante, que como todos los podemitas renunciaban a acudir gratis a
los palcos VIP… y que pidió un huequecito para su nieto en Milán.
Y lo
mismo podría decirse de los naranjitos,
cuya portavoz municipal viajó a la final de la Liga de Campeones (curioso
nombre, como no me canso de decir, puesto que ninguno de los finalistas ganó
nada el año pasado) en el avión de uno de los equipos.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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