domingo, 28 de agosto de 2022

El continuóse del comenzóse

Visto lo que ha venido después, no es de extrañar que algunos desmemoriados concedan a Isidoro Mireusté una talla de estadista que el picapleitos sevillano nunca vislumbró ni de lejos.

Porque nadie parece darse cuenta de que el partido de los de la mano y el capullo siempre ha sido una estructura férreamente jerarquizada, donde uno mandaba y los demás obedecían… o eran echados de la foto. Que en otras épocas consideraran necesario seguir el sistema del poli bueno, poli malo, es otro asunto. Debe ser que como el psicópata de La Moncloa no se fía ni de Begoño, ha decidido adoptar él ambos papeles.

Pero Felipe, capullo, queremos un hijo tuyo fue aquél bajo cuya égida se enterró a Montesquieu. Y fue él quien, con las cámaras filmando, aunque quizá sin percatarse de esa circunstancia, preguntó retóricamente, cuando las togas cercaban a su partido, si es que a los jueces nadie les decía lo que tenían que hacer.

Ahora, cuando las togas vuelven a cercar al PSOE -cuando no lo hacen no es porque la formación no lo merezca, puesto que ha sido una organización delinquidora convicta y confesa desde sus mismos orígenes parlamentarios, sino porque logra controlar algo la judicatura-, consideran que todas aquellas resoluciones que les son desfavorables no son justas, y conminan al Tribuna Prostitucional -prostituido por ellos desde su mismo origen, que esa es otra- a hacer justicia.

Pues que tengan cuidado no les salga rana la conminación…

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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