miércoles, 2 de julio de 2025

Ya cobraban de nuestros impuestos

La existencia de medios de comunicación de titularidad pública no tendría sentido más allá de proporcionar contenidos de interés social e información imparcial. Ya sabemos que lo segundo es imposible, al menos en España, y lo primero hay veces que casi mejor no saber qué demonios es lo que interesa a la sociedad.

Claro, que hay cosas que se salen de lo admisible, por mucho que le interese a mucha gente. Es el caso de ese exponente de la telebasura más chabacana y soez denominado la familia de la tele, que compraron a precio de oro (nunca la mierda fue tan cara) en un intento de elevar las audiencias y que ha acabado teniendo que ser cancelada (desmintiendo así el conocido aserto de que la mierda flota… ya dejo la escatología).

Sólo que los integrantes de semejante detrito audiovisual carecen del más mínimo sentido del decoro, y así se despidieron diciendo que iban a cobrar el paro, pero con nuestros impuestos. Luego, se extrañarán si alguien les llama de todo menos bonitos.

Por no hablar de si algún exaltado les suelta un par de soplamocos.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

martes, 1 de julio de 2025

Esquineras esquinadas

Que se proclame defensor de las mujeres el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer no es más que una muestra práctica de que del dicho al hecho hay un gran trecho.

Propugnan luchar contra el maltrato a las mujeres, pero excretaron una ley que puso en libertad o redujo la pena de maltratadores y violadores. Declaran tener la intención de abolir la prostitución pero, a la que te descuidas, se van de putas… o se llevan a las meretrices a casa, o a un parador nacional con cargo a los presupuestos generales del estado. Así las cosas, no es de extrañar que las prostitutas critiquen al gobierno por su ley para abolir la prostitución, diciendo folláis con nosotras, votáis contra nosotras.

Pudiendo haber dicho -ofrezco gratis el eslógan- jodéis con nosotras y luego nos jodéis.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

Reflexiones atemporales CCLXVI – Mentalidad zen

Cuando era un niño me enfadaba con cierta facilidad. Como buen niño, no hacía caso a mi madre, que me decía si te enfadas, tienes trabajo doble: primero, enfadarte, y luego desenfadarte. Algo que no entendía porque, como le respondía, a mí enfadarme no me costaba trabajo ninguno.

Cosa distinta era el mantenerme enfadado. Recuerdo una ocasión en que me mantuve artificialmente enfadado todo una tarde. Fue en las Galerías Preciados de Arapiles, frente a la plaza del Conde del Valle de Suchil. Y, la verdad, la cosa resultó agotadora.

No digo que fuera precisamente entonces cuando vi la luz, pero sí que algún tiempo después de eso dejé de forzarme a mantenerme enfadado. Y algún tiempo después decidí que, en general, intentaría no enfadarme y tomarme las cosas con filosofía. En parte, porque la gente a la que aprecio no se merece mis enfados… y la gente a la que no aprecio no se merece mis enfados. Eso y que, cuando pierdo los estribos, mentalmente lo veo todo rojo y voy a degüello.

Y como no voy a sacar provecho de ello… ¿para qué?

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!