Los líderes políticos occidentales, en
su inmensa mayoría, se obstinan en encadenar declaraciones en las que
manifiestan considerar que el Islam es una religión pacífica y tolerante (hace
un par de semanas lo hicieron los ministros españoles Margallo y Catalá).
Tan tolerante que no permite en sus
países el edificar templos de otras confesiones, tener símbolos o libros
sagrados de otras confesiones, o predicar otras confesiones. Tan tolerantes que
no se limitan a condenar a los homosexuales al infierno, como (dicen) hace el
catolicismo, sino que además les paga el billete de ida. Tan pacífica que,
cuando hackea las web del mando central del Pentágono, dicen que sabemos todo sobre vuestros hijos (con
ánimo de informar solamente, sin duda). Tan tolerante, que ejecuta a trece niños por el crimen imperdonable de ver un partido de fútbol.
Francamente, si eso es ser tolerante,
me alegro de haber sido criado en el intolerante
catolicismo… que, además, me permite disfrutar de los productos de la prueba irrefutable de que Dios existe.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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