Vi la película antes de leer el libro,
y la verdad es que me gustó. Tanto como para preguntarme cómo sería un libro
que había dado lugar a una película tan original. Y la verdad es que la novela
no me ha defraudado.
Se diferencia de la película en que
tiene una estructura que podríamos llamar de
cebolla: las diversas historias, de más antigua a más moderna, van
comenzando hasta que se interrumpen para dar paso a la siguiente, hasta llegar
a la sexta –esa distopía casi wellsiana-,
que es narrada de un tirón para dar paso a la conclusión de la quinta, luego de
la cuarta y así sucesivamente.
El estilo de las narraciones va
cambiando de una a otra: un diario, una serie de cartas, una narración pura y
dura, un relato en primera persona, un interrogatorio y, finalmente, de nuevo
un relato en primera persona. Sin embargo, en todas ellas hay un par de
elementos comunes: la referencia a un atlas
de las nubes (ya sea en sentido literal o metafórico), y una extraña marca
de nacimiento con forma de cometa que al menos uno de los personajes tiene en
cada historia.
Finalmente, decir que se me ha hecho
más largo el comienzo de cada una de las historias que el desenlace de las
mismas. Vaya usted a saber por qué…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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