Desde mucho antes de escribir este blog –demonios, desde antes que supiera qué era un blog, e incluso desde antes que existieran- he considerado que unir las palabras sindicato o huelga a estudiantes constituye un caso clamoroso de oxímoron.
No es necesario recurrir a la manida pregunta ¿estudias o trabajas? para plantear la antagonía. Un sindicato es una agrupación de trabajadores; la huelga es el cese de la actividad laboral; y los estudiantes no trabajan, estudian. Pero cuando se unen en un sedicente sindicato, o cuando participan en eso que llaman huelga, ni siquiera estudian.
Ahora, el Tribunal Supremo ha venido a dar un espaldarazo a semejante despropósito cuando ha fallado que a partir de tercero de la ESO (vaya acrónimo tan poco eufónico, la verdad) los alumnos no requerirán autorización previa de sus padres para hacer huelga (vulgar eufemismo para lo que no son sino novillos colectivos).
Como si fueran a pedir ese permiso…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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