No
recuerdo exactamente dónde leí la crítica de esta novela, pero me pareció que
podría ser entretenida y la compré. Y debo decir que en eso acerté: entretiene.
No se puede decir que sea tremendamente original –como tampoco lo son las
igualmente entretenidas películas en las que participa de algún modo Luc
Besson-, porque a ratos recuerda pasajes de la saga de Indiana Jones (aunque
claro, desde que el arqueólogo aventurero, o el aventurero arqueólogo, fue
creado, todas los personajes parecidos recuerdan inevitablemente a él), pero sí
hay algunos giros inesperados del guión y bastantes dosis de humor como para
hacerte avanzar.
Eso
sí, la lectura me ha producido algunos chirridos mentales. Parte de los mismos
son atribuibles al autor, como llamar roedor
en la página 22 a una nutria (es un mustélido: una nutria sólo podría ser
un roedor en Sudamérica, pero estaríamos hablando del coipo) o decir en la 99 que
la conquista de América por los españoles tuvo lugar con toda la violencia habida y por haber (los belgas en Zaire, o
los ingleses y franceses en Norteamérica tendrían algo que decir, creo yo).
Otras,
en cambio, son responsabilidad exclusiva del traductor o del corrector (no
hablo del automático, sino del humano): así, en la página 85 aparece El Cario; en la 237, alguien se habría camino; en la 413 embarcan en
un submarino ; en la 419 se hace referencia a un cachivache; en la 455 dice el
mismo, cuando debería decir él mismo;
finalmente, en la 457 se habla de un atillo.
Pequeños
detalles que empañan lo que de otro modo sería un digno producto de
entretenimiento.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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