Se
supone que los empresarios miran primero por sus beneficios y luego por
cuestiones más espirituales, o eso al
menos es lo que dice la propaganda marxista. Igualmente, se supone que los
catalanes tienen grabado a fuego en sus entendederas que la pela es la pela, y que luego va todo lo demás.
Uno
podría, por lo tanto, pensar que de la conjunción de estos dos tópicos
devendría, ineludible e ineluctablemente, una especie de peseterismo al cuadrado, un mirar primero por el propio bolsillo,
luego por el propio bolsillo y finalmente por el propio bolsillo.
Pero
¡quiá!, hete aquí que las patronales catalanas no han hecho tal cosa. O quizá
sí, pero que temiendo ser arrollados por el tsunami golpista (ese movimiento
tiene de democrático lo que yo de aborigen de las Islas Fiji), han intentado
poner una vela a Dios y otra al Diablo.
Siendo
piadoso, esa es la única explicación que le veo al hecho de que hayan emitido
un manifiesto en el que afirman que correspondea la clase política y no a la justicia liderar la canalización de este conflicto a un escenario de pacto. Es lo de siempre: cuando les conviene, hay que dialogar con los delincuentes.
Veremos
si son tan comprensivos y dialogantes
cuando las hordas terroristas prendan fuego a sus negocios. Quizá entonces
estén menos predispuestos al pacto y un poco más a la Justicia.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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