Tras
las últimas elecciones generales, y el pacto que resucita, o casi, el Frente
Popular de infausto recuerdo, se han producido una serie de reacciones que
pecan, bien de excesivo voluntarismo, bien de una fe y una candidez casi
angelicales.
Las
primeras fueron Cayetana Álvarez de Toledo e Inés Arrimadas, que propusieron al PSOE un acuerdo constitucionalista para frenar el pacto con Podemos. Sería una
medida muy lógica… si el PSOE fuera un partido constitucionalista. Está por ver que lo haya sido alguna vez (nació
parlamentariamente diciendo que cuando seguir la Ley no les conviniera, se la
saltarían; continuó montando una revolución primero, un pucherazo después, y
una guerra civil finalmente, cuando los resultados electorales no les
convinieron; prosiguieron matando a
Montesquieum montando el terrorismo de Estado y tantas otras cosas…), pero
desde luego no lo es desde el cambio de siglo y la llegada a su cúspide del
infausto Rodríguez.
Y
luego está Rosa Díez, que ha apelado a los socialistas decentes que queden dentro del PSOE. A esto vengo a decir más o
menos lo mismo que en el párrafo anterior: un socialista decente es un
oxímoron, puesto que no existe tal cosa, y desde luego no dentro del PSOE actual.
Lo
que piden estas tres mujeres es, pues, un imposible metafísico.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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