Tengo
que reconocer que la dimisión de Evo Morales me pilló completamente de
sorpresa. No sólo es que no me la esperara –los autócratas populistas de
izquierdas rara vez renuncian al poder que detentan- sino que, además, llegué a
la noticia de rebote, al leer otra en la que se comentaba que sus conmilitones –entre
los que se encuentran Ortega, Castro, Maduro y Kichner- se hallaban preocupados
por la renuncia del antiguo cocalero.
Los
marxistas abominan de la democracia. Son ellos, y no el pueblo al que dicen servir, los que mejor saben qué es bueno
para ellos: y esto es así, de Vistalegre a Pekín. Sin embargo, salvo
excepciones, harán el paripé de observar las formas y procedimientos democráticos
–de La Habana a Vistalegre-, aunque manejando (y, cuando sea necesario, incluso
forzando) los resortes para que el resultado sea el que ellos quieren que sea
(las tan famosas mayorías a la búlgara…
aunque últimamente habría que decir a la
ecuatoguineana).
Para
terminar, siempre me ha llamado la atención el que un individuo que se
proclamaba indígena por sangre, por convicciones y por extracción, tuviera un
nombre tan poco amerindio como Evo. ¿Se llamaría acaso Adana la madre de sus
hijos?
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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