domingo, 19 de enero de 2014

Sabe de lo que habla

Repito con cierta frecuencia que la coincidencia entre un socialista español y la verdad sólo se produce por casualidad, y esto es tanto más cierto cuanto más se sube en el organigrama del partido. Es decir, que en el caso de su secretario general, su coincidencia con la verdad tiene lugar por equivocación.
Recientemente, y casi con seguridad pretendiendo atacar al rival, el hijo de P ha señalado que la mayoría absoluta de Rajoy es tóxica para su propio partido. Probablemente pretendía decir que, al disponer de un gran poder político, los resabios autoritarios de la derecha aparecerían sin duda alguna y el Partido Popular se vería arrojado a una vorágine de actos cuasidictatoriales.
Por supuesto, en el ideario de la izmierda, eso jamás les ocurrirá a los partidos progresistas. Ellos jamás se verán intoxicados por una mayoría absoluta, por grande que esta sea, porque siempre se moverán guiados por el interés común y nunca por el propio.
Sin embargo, basta con echar un vistazo a la Historia para comprobar que si algún partido resulta intoxicado por la mayoría absoluta, éste ha sido sin duda alguna el PSOE. Tras su arrollador triunfo en las elecciones de 1.982, que le dieron la mayoría más holgada que ha disfrutado gobierno alguno en democracia, se lanzó, ebrio de poder, a controlar todos los resortes posibles del aparato del Estado. Con total desfachatez, Alfonso Guerra llegó a decir aquello de Montesquieu ha muerto. Y de aquellos polvos vienen estos lodos: desde el descrédito absoluto del Tribunal Constitucional hasta la total politización de la Justicia y de sus órganos de gobierno mediante un sistema de elección de cargos que, si bien pudiera resultar constitucional en la forma, es radicalmente liberticida en el fondo.
Con que, para variar, Alfredito estaría mucho más mono con la boquita cerrada…

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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