martes, 30 de octubre de 2018

Batallar después de muerto (judicialmente)

Entre las muchas hazañas atribuidas a Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, se encuentra la de que sitiada Valencia por la morisma y habiendo fallecido el guerrero cristiano, fue colocado a lomos de su montura, Babieca (leyendo el artículo en Wikipedia me entero de que el corcel podría ser… una corcela, esto es, una yegua), y sin necesidad de esgrimir la Tizona (mal podría, estando muerto) hizo que los sitiadores huyeran espantados.
La trama Gürtel mostró que la estructura del Partido Popular estaba entreverada de corrupción. Aunque no es disculpa, lo mismo ocurre con otros partidos políticos españoles (de los extranjeros no vamos a hablar), del PSOE al PNV, y de los necionanistas catalanes (cambian tanto de nombre que ya es imposible seguirles la pista) hasta los neocom (financiados por regímenes asesinos, sean dictaduras populistas o teocracias homófobas). Dicho esto, los condenados por ella bien condenados están, si quedó probado que cometieron los delitos que se les imputan. Pero no deja de tener su gracia que pudieran irse de rositas gracias a ese tótem judicial de la más rancia progresía (consultado el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua compruebo que mi sospecha de estar realizando un oxímoron parece acertada, pero es que tenía ganas de poner juntas las dos palabritas) –me refiero, claro está, a Baltasar Garzón-, ya que abogados de los condenados han anunciado una querella contra el ex juez por las grabaciones realizadas por el ex comisario Villarejo.
Y es que, sin entrar en la catadura moral del personaje (me refiero al que fue togado), profesionalmente parece ser que era malo de solemnidad. Pero no malo pa’ un rato, no: malo pa’ siempre.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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