lunes, 15 de octubre de 2018

Un tostón

Durante casi medio siglo, los cinco campeonatos mundiales de Juan Manuel Fangio en la Fórmula 1 parecieron una marca inalcanzable para cualquier piloto. Ninguno lograba imponer una hegemonía lo bastante prolongada como para permitirle superar el repóquer del argentino.
Llegó entonces, con el cambio de siglo, el dominio incontestable de la dupla formada por el piloto Michael Schumacher y la escudería Ferrari (que podríamos convertir en tripleta si incluimos al ejecutivo Jean Todt), que permitirían al teutón lograr siete campeonatos del mundo, los cinco últimos de manera consecutiva. esa supremacía se fundamentó tanto en la incuestionable maestría (y falta escrúpulos cuando era necesario) del piloto como en la superioridad mecánica de su vehículo.
Con su decadencia (y los dos triunfos consecutivos del español Fernando Alonso en una escudería incuestionablemente menor como Renault), parecía que nadie batiría jamás su marca. Pero nuevamente se produjo una supremacía (acompañada de bastante suerte, todo sea dicho), esta vez mecánica, que ha permitido que dos pilotos no superiores al asturiano, primero Sebatian Vettel con Red Bull (al menos un par de sus campeonatos habrían podido ir a parar a las vitrinas del español) y luego Lewis Hamilton con Mercedes. Así las cosas, hace un mes el titular era que el británico aceleraba hacia su quinto mundial, mientras que hace una semana había cambiado a se pasea en Suzuka y acaricia su quinto mundial.
La Fórmula 1 se ha vuelto aburrida: la cuestión no es ya quién se llevará el campeonato, sino cuándo lo hará. No es extraño que Alonso emigre en busca de retos…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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