lunes, 8 de octubre de 2018

Sonó la flauta

Ser comunista es una opción legítima. Estúpida si se quiere, indudablemente malvada aunque sea por complicidad, pero legítima. Es decir, Dios nuestro Señor nos dio libre albedrío –hasta a los que no creen en Él-, de modo que pudiéramos elegir lo que quisiéramos.
Lo que es triste es que muchos de los comunistas actuales –no hablemos ya de los socialistas, que en eso son legión- se han criado en hogares que podríamos llamar de derechas. Recuerdo ahora, aunque la analogía no es exacta, que el hijo de un gobernador civil socialista –Goñi Tirapu, creo que era- se encuadró en las filas de los asesinos terroristas de ETA. Por no hablar de la estúpida proclama del ministro Bermejo, diciendo que tras luchar con los padres lucharían con los hijos… obviando el hecho de que los padres eran los suyos, con lo que estaba llamando a la contienda con sus hermanos o con ellos mismos. Esquizoide.
La izquierda española vive de la Guerra Civil –esa que provocaron desde 1.934 y que perdieron, entre otras cosas (y ya que el Generalísimo era, a su decir, una nulidad militar) por su incapacidad de aparcar los odios intestinos-, supura por ella y respira por ella. Reclama cerrar unas heridas que ellos mismos se han encargado de volver a abrir, cuando ya casi nadie tocaba el tema. En un extraño giro de dignidad, el vídeo del Gobierno para celebrar el cuadragésimo aniversario de la Constitución muestra la reconciliación de dos ancianos que lucharon en diferentes bandos.
Algo que no ha gustado nada a los neocom –una extraña mezcla de hijos de papá y vástagos de terroristas-, que comparan la represión franquista con el holocausto (cuando si alguien sabe de exterminios en masa son, precisamente, los comunistas) y dicen que el vídeo es una puta vergüenza.
Dejando aparte ese verbo florido, y aplicando la doctrina Mafalda, habrá que concluir que, por una sola vez, el Dctr Snchz ha hecho algo bien.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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