lunes, 22 de febrero de 2021

Mutatis mutontos

Suelo decir de los golpistas catalanes que, abandonados a su suerte, se destrozarían entre ellos, y que lo único que lo evita es que odian más a España (o a la idea que se han formado de España) de lo que se odian entre sí.

Algo parecido ocurre con la izquierda española: unos y otros se odian entre sí, pero el odio a la derecha -es decir, a cualquiera que no piensa como ellos- y el poder -el ansia por alcanzarlo o el afán por detentarlo- es una amalgama lo bastante resistente como para que enfunden los cuchillos.

Momentáneamente, al menos. En el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer hay un doble enfrentamiento: entre suciolistos y comunistas y, dentro de cada facción, entre jóvenes y viejos.

Así, en el enfrentamiento entre -como dice el titular periodístico- las femipsoes de Carmen Calvo y las queer de Irene Montero hay, sin duda, un componente ideológico, pero también generacional (cuando una siendo doctora en Derecho, y la otra cajera de supermercado, son tan indocumentadas la bonita que hablaba en bragas con los alcaldes como la calientacamas).

Es exclusivamente generacional cuando Adriana El Lastre -otra indocumentada de manual- dice que los anteriores ya hicieron lo suyo, y que ahora les toca a los jóvenes; o como cuando la presidente del partido feminista, Lidia Falcón, carga contra la llamada ideología de género, carga que le ha valido que su formación sea expulsada de Izquierda Unida y que le haya sido imputado un delito de odio.

Ahora bien, que no se queje: porque si alguien que no fuera una vieja comunista (o una comunista vieja, tanto da) llamara mutantes a los transexuales, le habría caído encima muchísimo más.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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