sábado, 18 de marzo de 2023

Una mano no lava la otra

Los ecologistas de verdad, los que son coherentes con lo que predican, son pocos. Al menos, entre la gente conocida, los famosos.

De los que se proclaman ecologistas sin serlo, los hay de dos clases: ecologistas sandía y ecolojetas. Los primeros son aquellos que se proclaman ecologistas, pero que en realidad son marxistas convencidos; como las sandías, son verdes por fuera y rojos por dentro.

Los ecolojetas suelen ser gente rica, que hace bandera de la conservación del medio ambiente, la lucha contra el cambio climático, y demás pamemas ecoprogres. Pero, en realidad, contaminan como el que más. O más aún.

Es el caso de Albert Gore, que tras fracasar en su intento de pasar de la vicepresidencia a la presidencia de Estados Unidos -perdió con precisamente el que tiene fama de no ser el más listo de los Bush, así que haceros una idea- se subió al carro de lo verde. Y ahí sigue, viviendo en una mansión que consume tanta electricidad como una ciudad pequeña y viajando en avión privado.

O Guillermito Puertas, que no se considera hipócrita por proclamarse ecologista y viajar en jet privado. Dice el creador del mayor virus informático de la historia (chiste viejo) que gasta miles de millones en innovación climática.

Vamos a dejar de lado qué demonios significa eso, y señalaré que una cosa no compensa la otra: un asesino en serie que sea médico y salve vidas, por muchas que salve, nunca dejará de ser un asesino.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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