martes, 9 de julio de 2024

Reflexiones atemporales CCXV – Odio imposible

A finales del mes pasado, no sé por qué, de repente vino a mi cabeza la figura de Almudena Grandes, la difunta escribidora que hablaba de monjas violadas por milicianos sudorosos durante la guerra civil española.

De hecho, lo que vino a mi cabeza fue Almudena Grandes, que arda en el infierno. Para un creyente, eso es desear casi el peor de los males, pasar toda la eternidad en el tormento permanente. Pero, dejando aparte el hecho de si existe o no el infierno (según recuerdo, uno de los penúltimos pontífices definió el Infierno como la ausencia de Dios, más que como un lugar físico), ¿qué supone el desear tal destino a alguien que no cree en Dios -al ser radicalmente de izquierdas, y anticlerical por añadidura (o eso deduzco de sus declaraciones), asumo que Grandes era atea- y, por consiguiente, en el infierno? ¿Podría ser eso catalogado como un delito de odio? Por los giliprogres, que son casi seguro los que inventaron el concepto, seguro. Pero ¿podría defenderse que no es un delito de odio, puesto que estás deseando a alguien algo en lo que ese alguien no cree?

Vendría a equivaler a desear que te empale un unicornio desbocado. Porque los unicornios no existen… ¿verdad?

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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