Uno podría suponer que un gobierno democrático valoraría, a través de la boca de su ministro de Asuntos Exteriores, con igual ecuanimidad todas las situaciones de la política internacional. En esto, como en tantas otras cosas, España es diferente.
Porque mientras ponen a caer de un burro al
gobierno israelí -una democracia rodeada de autocracias que quieren borrar (literalmente)
el país del mapa-, Napoleonchu Albares defiende el papel de zETAp en
Venezuela y evita hablar de dictadura, despachando el asunto con un no estamos para hacer de politólogos.
Pues, y perdón por el exabrupto, o follamos todos o la puta al río.
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