Cuando un giliprogre no obtiene el resultado que esperado, la culpa es siempre de los demás, nunca de ellos.
Pasa en el cine español, que tiene unos
resultados paupérrimos -salvo excepciones- porque el producto es malo,
repetitivo y cansino, pero que para los titirizejas es culpa del
público, que no les entiende.
Y ha pasado en la última serie de televisión
del universo de La guerra de las galaxias. Con la deriva woke que
tomó la casa del ratón -del que acaba de perder los derechos- hace ya años, era
cuestión de tiempo que se cargaran del todo la franquicia.
Y si las secuelas fueron un ejercicio de
lampedusismo, un más de lo mismo para dejar todo básicamente igual, la
serie de El acólito (o La acólita… esa manía de no traducir los
títulos cuando es sencillo hacerlo) es no sólo mala y pretenciosa, sino que
además va contra el canon.
Pero para una de las actrices de la serie, la culpa de la cancelación de la serie es de la extrema derecha.
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