A diferencia de lo que suele ocurrir,
el fallecimiento de una figura pública no me hace variar mi discurso sobre él.
Si le alabé en vida, le alabaré igual una vez fiambre; y si le puse a parir en
vida, el que se haya mudado al otro barrio no me moverá a retirar mis críticas.
Ocurrió así con Carrilo y Peces Barba,
con Reagan y Margaret Thatcher. Y no veo razón para que Gabriel García Márquez
reciba un trato diferente. Cuando vivía dije de él que, como escritor, era un
gran cuentista, en el sentido de que contaba muy bien sus historias; y como
persona… pues también, por no decir alguien despreciable, dadas sus conocidas
filias con la dictadura castrista.
Ahora me he enterado, además, que fue negociador con las FARC (con los terroristas lo único que hay que negociar es
cuándo y dónde van a entregar sus armas, y punto), lo que no hace sino
reafirmarme en mi opinión.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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