Cuando un partido grande se pone en
las manos de uno pequeño para obtener el poder, lo que suele ocurrir es que el
primero mengua mientras el segundo medra a su costa. Ocurrió en Baleares en los
episodios de todos contra el PP,
ocurrió en Cataluña cuando el PSOE (y ahora CyU) se apoyó en IRC, y ahora está
ocurriendo en Andalucía, donde el PSOE, antes con Griñán y ahora con Susana
Díaz, se apoyaron en los comunistas para que no gobernara el partido más
votado.
Como ocurre al elevar a exaltados a
puestos de responsabilidad, la consejera de Vivienda de la Junta (una
anticristiana de la peor especie, para más señas) ha montado un buen sarao con
sus modos matonescos en algo llamado Corrala
Utopía.
En un rapto de dignidad (o, más
probablemente, para no permitir que se le subieran a las barbas), Díaz retiró
las competencias en materia de vivienda a los comunistas. Sin embargo, en menos
de veinticuatro horas, se vio obligada a recular y devolver dichas
competencias, so pena de quedar sin los necesarios apoyos parlamentarios. Ante
esto, el recién nombrado líder de los populares demostró su talento para
señalar lo obvio al decir que Díaz había hecho el ridículo y que es rehén de Izquierda Unida.
Tras el recule socialista, ocurrieron
dos cosas que bien podrían considerarse inevitables, conocidos los
involucrados: el salvar el pacto no eliminó las tensiones entre socialistas y
comunistas… y los primeros buscaron echarle la responsabilidad encima al ayuntamiento
(del Partido Popular, no por casualidad),
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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