En el funeral de Estado por Adolfo
Suárez, la misa fue oficiada por el párroco del templo en que se celebró la
ceremonia. Dado que dicho templo era la Catedral de la Almudena de Madrid, el
oficiante fue el cardenal arzobispo de Madrid, don Antonio María Rouco Varela.
En la homilía, alertó de que las actitudes que provocaron la Guerra Civil pueden volver a repetirse. Esto, aparte de no ser más que una concreción del
adagio de que el pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla, es
una verdad como un templo.
Naturalmente, tanto la izmierda como los necionanistas arremetieron contra él por tales palabras. Al parecer,
los únicos que pueden recordar la Guerra Civil cuando y como les parezca son
ellos, y la Iglesia Católica debería haber permitido mansamente que la llevaran
al matadero, en lugar de, en una postura de lo más natural, apoyar al bando que
la defendía.
Por otra parte, la demagoga oficial
del reino mostró una vez más sus verdaderos colores. En efecto, Rosa Díez
también cargó contra las palabras del prelado, además de criticar que sonara el Himno Nacional durante la consagración. Debe ser que, como a Ma Chacón, seguir lo que marca el
protocolo le parece mal…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario