James Lovelock fue el creador del
concepto de Gaia, es decir, el considerar la Tierra en su conjunto como un
organismo que se autorregula. Un candidato claro, pues, para ser elevado a los
altares del ecologismo.
Sin embargo, lo mismo ahora resulta
víctima de alguna revolución iconoclasta, ya que ha pronunciado palabras que
pueden constituir un anatema. En concreto, ha señalado que el ecologismo se ha convertido en una religión y que no cree que haya certezas absolutas sobre el calentamiento global (ni a favor, ni en contra). Para remate, se ha declarado a
favor tanto del fracking como de la
energía nuclear, dos de las bestias negras de los ecologistas radicales.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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