sábado, 13 de diciembre de 2014

Hay maneras y maneras de decir las cosas

La vigente Constitución española es francamente mala. Por lo que leí en su día, los legisladores constituyentes podían elegir entre realizar la última de un sistema antiguo o la primera de uno nuevo. Nada sorprendentemente, se decidieron por la primera opción.
Pasando a la experiencia práctica, del estudio de la Constitución saqué la conclusión de que era mala de solemnidad. Prolija, confusa, con elementos innecesarios unas veces y peligrosos otras (las nacionalidades y regiones, sin ir más lejos), la chapuza que supone ser fruto de un consenso mal entendido y la pretensión ilusa de contentar a los que jamás estarán satisfechos dan como resultado una norma suprema que nació ya agonizante.
Si a esto le unimos que pocos en general, y ningún político en particular, se la hayan tomado en serio, no resulta nada sorprendente su prolongada vigencia, sólo superada por la de 1.876. Probablemente, porque nadie se la ha tomado nunca demasiado en serio.
Sin embargo, entre señalar todo lo que antecede y decir que es una mierda media un abismo. Mayor todavía si se considera que lo primero lo digo yo, un particular, mientras que lo segundo lo dice un representante del Gobierno andaluz. Lo cual dice bastante de la catadura de los representados, la verdad.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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