El sector más nacionalista de la
política japonesa ha pedido que se prohíba en ese país la exhibición de la
última película dirigida por Angelina Jolie.
En el largometraje se narra la historia
de un atleta norteamericano que, enrolado en el ejército durante la Segunda Guerra
Mundial, fue hecho prisionero por los japoneses y tratado como los japoneses
acostumbraban a tratar a sus prisioneros. Que no era, precisamente, con la cortesía
llamada oriental, sino más bien todo lo contrario.
Es decir, que cuando la Historia es
desagradable, no debe ser contada. A este paso, acabarán diciendo que los
mártires cristianos hacían cola para ir a arrojarse a la boca de los leones,
ante la firme oposición de los romanos, amantes defensores de los animales
ellos…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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