En esta cuarta parte del Lanzarote en prosa, el tono de la obra
cambia completamente. Lo que en la tercera parte eran combates, galanteos y
aventuras, en ésta son básicamente una sucesión de visiones y sueños que tienen
los caballeros y que, a pesar de resultar en ocasiones de significado bastante
evidente, siempre han de ser explicados por algún ermitaño, monja o sacerdote
que, curiosamente, siempre están a mano y siempre entienden el significado a la
perfección.
Por otra parte, no deja de ser curioso
que se emprenda la búsqueda de un objeto cuya localización no parece ser
secreta. Quiero decir, parece ser público en el reino de Logres que el Santo
Grial se encontraba en el castillo del Rey Pescador. Otra cosa es que no todo
el mundo pudiera acceder al mismo, sino sólo los tres caballeros más puros
espiritualmente.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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