El partido de Junior se ha presentado, y presuntamente por ello ha cosechado un
éxito respetable en los últimos comicios europeos y buenas perspectivas de voto
en las encuestas, como adalid en la lucha contra lo que ellos llaman la casta, esto es, los políticos que han
hecho de la política su medio de vida.
Sin embargo, aunque recién llegados a
este mundo de la alta política (o de la política en serio, como contrapuesta a
la politiquilla de salón que han venido practicando en las universidades y
plazas públicas), parecen haber aprendido a toda velocidad los modos y maneras
de quienes ya llevan tiempo allí.
Así, por ejemplo, practican como
verdaderos veteranos el absentismo parlamentario (es decir, el cobro no por no hacer nada, sino por ni
siquiera presentarme), y han estado ausentes en debates sobre las inversiones y el empleo. En el caso del primero todavía es comprensible, puesto
que eso de inversión suena a capitalismo
que apesta, y ellos, como buenos comunistas del siglo XXI, están en contra de
todo eso (salvo que les beneficie a ellos, venga de donde vengan los fondos). Pero
el empleo, como defensores que son de la causa trabajadora, debería
interesarles un poco más. Además del suyo propio, quiero decir.
Por otra parte, también son duchos en
lo de la ingeniería curricular, esa disciplina en la que la izquierda ha
proporcionado reconocidos peritos como Luis Roldán, Leire Pajín o Elena
Valenciano. Es el caso de Juan Carlos Monedero, que en su currículo acredita un
cargo en el Banco Central Europeo (de todas las instituciones, ha tenido que
elegir una tan nefanda, cuando habría quedado muchísimo más progre citar una
oenegé, una institución bolivariana o algo semejante) del que nadie, salvo él,
ha tenido nunca noticia alguna.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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