Con este volumen termina el ciclo de
la Vulgata. En cierto modo, La búsqueda del Santo Grial actúa como
una especie de paréntesis, porque cuando empieza esta obra las cosas siguen más
o menos igual en la corte artúrica (salvo la desaparición de Perceval y Galahad).
Los loables propósitos de enmienda que mostró Lanzarote se desvanecen en cuanto
vuelve a ver a la reina Ginebra y, además, ya no se molestan en disimular.
Cosa lógica, por otra parte, cuando se
comprueba que se trata de cincuentones. Gawain era un septuagenario, y el
propio rey un nonagenario, y ahí estaban, repartiendo estopa como si tal cosa;
con razón dice el autor que no se veía a nadie de su edad asestar semejantes
golpes… primero tendrían que encontrarlo.
La obra empieza con el descubrimiento
por parte de Arturo del adulterio que realizaban su esposa y su mejor amigo;
continúa con la guerra que emprende contra éste a instigación de Gawain, y
termina con la rebelión de Mordred y la muerte (o desaparición, no queda
aclarado, en el caso del rey Arturo) de todos los personajes principales de la
obra.
El tono, por tanto, es muy distinto al
del resto del Lanzarote en prosa. Viene
a ser un remate de todo lo anterior, un desenlace y desaparición del mundo
maravilloso en el que vivían el rey Arturo y sus alegres caballeros.
Con esta obra abandono la mitología artúrica hasta dentro de treinta libros, más o menos, porque acababa de terminarlo cuando adquirí Sir Gawain y el caballero verde, poniéndolo a la cola de todos los que tengo pendientes.
Con esta obra abandono la mitología artúrica hasta dentro de treinta libros, más o menos, porque acababa de terminarlo cuando adquirí Sir Gawain y el caballero verde, poniéndolo a la cola de todos los que tengo pendientes.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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