La izquierda española nunca ha hecho
una aportación doctrinal de verdadero fuste. Incluso el famoso eslogan de la
guerra civil no pasarán tenía ya más
de veinte años de existencia cuando fue empleado por la Pasionaria.
Sin embargo, la cosa ha ido a peor. La
indefinida Tania Sánchez (indefinida porque no se sabe en qué partido está, ni
con quién comparte o deja de compartir su vida) ha sido la perpetradora de la
última perla, consistente en decir que el autónomo es una especie de autoexplotador de sí mismo. Sólo le ha faltado
añadir en su mismidad para que la
cosa le quedara verdaderamente redonda a la de Rivas.
Con semejantes luces, no es de
extrañar que, a pesar de ser política y de izquierdas, la hayan imputado por
algo tan burgués y reaccionario como la prevaricación, el tráfico de influencias y la malversación de caudales públicos. Así las cosas, sus
perspectivas de pillar cacho tras las
próximas elecciones generales se complica, porque el partido del que salió se
está desintegrando, y aquél al que se dirigía no puede permitirse tener imputados entre sus candidatos.
Entiéndase, no es que les importe ni
mucho ni poco, pero la verdad es que quedaría un poco cantoso…
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