Que se amontonen las noticias tiene la
ventaja de que asegura entradas (potenciales) para el blog durante una
temporada. Y tiene el inconveniente de que cuando les toca salir a escena, la
noticia puede haber quedado desfasada… aunque, por otra parte, permite adquirir
un poco de perspectiva y distanciamiento (ya que, aunque la noticia es
programada con antelación –ésta es del 27 de Mayo y va a aparecer casi tres
semanas después-, en general no es escrita hasta la víspera, salvo casos de
alejamiento prolongado del ordenador, tipo vacaciones no estivales y
similares).
A lo que iba. En vísperas de la final
de la Copa de Su Majestad el Rey de fútbol se planteó la cuestión de los
pitidos al Himno de España. Lógicamente, desde sectores necionanistas y/o retroprogres
se defendió la posibilidad del silbido (habría que ver cómo se pondrían si lo
que se silbara fuera la tonada autonómica), o bien se propusieron soluciones de
lo más peregrino.
Entre las más criticables, desde mi
punto de vista, estuvo la del Partido Nacionalista Vasco, que pidió que antes del partido sonaran los himnos vasco y catalán. Es criticable porque esta
posibilidad no eliminaría el hecho de que los energúmenos de costumbre pitarían
la Marcha Real. Y es más criticable aún porque supondría no sólo politizar
(más) lo que no debería ser sino un acontecimiento deportivo, sino también
identificar a dos comunidades autónomas con dos equipos de fútbol. Ni toda Cataluña
es culé, ni todos los culés son catalanes (salvo que se considere que
Fuentealbilla, las Islas Canarias o Rosario quedan dentro de los sedicentes
Países Catalanes), ni toda Vascongadas es de Bilbao (aunque ya sabemos que los
de Bilbao nacen donde les sale de la punta de la chapela, no creo que los de la
Real Sociedad estuvieran muy de acuerdo en la identificación), ni todos los del
Bilbao son vascos (los ha habido navarros, riojanos y hasta franceses).
Vamos, que pasó lo que se sabía que
iba a pasar.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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