El sentido del humor, y no el sentido
común, sea probablemente el menos común de los sentidos. Tener sentido del
humor no significa ser gracioso, ni tampoco la capacidad de hacer chistes sobre
los demás. No, lo que verdaderamente denota que alguien tiene sentido del humor
es la capacidad de reírse de sí mismo. Modestamente, creo que yo tengo sentido
del humor. Los políticos, en especial los de izquierdas, no lo tienen.
Sólo así se explica que uno de los
concejales podemitas en el
Ayuntamiento de Madrid haya alegado en su defensa que una serie de comentarios de mal gusto, sin pizca de gracia, se hicieron en el contexto de la exploración
de los límites del humor negro. Porque hay cosas sobre las que no se puede
bromear cuando se habla en serio –en el sentido de decir lo que se piensa (que
no pensar lo que se dice)-, y esta gente de extrema izquierda se toma todo –al
mundo y a sí mismos- demasiado en serio como para bromear sobre nada.
Lógicamente, sus compinches salieron
en tromba a defenderles. Otra de las características de la izmierda es su falta de humildad, su incapacidad para admitir que
han cometido un error, porque en su concepción del mundo es su punto de vista
el único válido, el único correcto, y por lo tanto ellos nunca pueden estar
equivocados, son siempre los demás los que están en un error. Y también
lógicamente, porque lo hacen venga o no a cuento, lo hicieron recurriendo a fosas y cunetas, como si la izquierda española no tuviera tanto y tan grave por lo
que callar.
Postdata: tenía aquí apuntado otro
titular –que otro podemita madrileño
había dicho que el 11-S fue un acontecimiento de las élites contra sí mismas- que, la verdad, no tiene
mucho que ver con lo anterior, salvo por un extremo: que muestra otro de los
rasgos definitorios de la izquierda, su insufrible pomposidad.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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