Según el propio Stephen King, esta novela es su primer intento de aproximarse al género negro. Sin embargo, tampoco
le veo tanta diferencia con aquellas de sus obras anteriores en las que no
concurre ningún elemento sobrenatural, si exceptuamos el hecho de que el
protagonista es un detective (jubilado, como no se cansan de señalar) de la policía.
Por lo demás, muestra los rasgos
habituales de la obra de King: conocemos al culpable apenas pasadas cincuenta
páginas de las quinientas que tiene la novela, y a mitad de camino el autor se
carga a uno de los personajes principales.
Como la mayoría de las obras del autor
de Maine, es entretenida y rápida de leer.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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