Dos meses después, la informática me la ha jugado de nuevo, y de la misma manera. Tenía entradas para las próximas dos semanas, y escrita la de hoy con cuarenta y ocho horas de adelanto y ¡vaya por Dios! el fichero de Word ha desaparecido como si nunca hubiera (o hubiese) existido. Con lo cual tendré que volver a recopilar enlaces como un descosido, para tener materia sobre la que escribir los próximos días.
Afortunadamente, recuerdo bien sobre qué iba a escribir hoy. También recuerdo que llenaba un par de párrafos explicando que mi sistema de publicación de entradas suele ser FIFO (el acrónimo es una novedad de esta segunda redacción), es decir, que suelen ir saliendo por orden de aparición ante el micrófono; que a veces me salto esta regla, cuando la noticia es lo suficientemente importante o cuando el seguir la regla general haría que el comentario quedara desfasado u obsoleto; que en tales casos, sigo una de tres opciones (a saber, hacer una entrada inmediata, correr todas un día o coger la que sería la siguiente y mandarla al final; esta última opción era la que había elegido esta vez). y una vez explicado eso, decía que ya entraba en materia, cosa que voy a hacer también ahora.
Los necionanistas catalanes apelan a lo que ellos llaman democracia, a lo que sería la voluntad popular (o lo que ellos llaman voluntad popular, pero que en realidad es la suya propia) como algo superior a la legalidad establecida y a las resoluciones judiciales que les permite pasarse la primera por el epidídimo y hacer oídos sordos a las segundas.
Si en algo se basa la verdadera democracia es en la libertad de expresión, en el poder decir lo que se piensa sin miedo a ser represaliado. Y esa libertad hace mucho que desapareció de Cataluña, donde cualquiera que discrepa de lo que dicen los líderes necionanistas es inmediatamente motejado de fascista o, lo que es mucho peor, de españolista. Es decir, o estás a favor de las tesis separatistas, o te callas.
Esto ha quedado meridianamente claro (por si no lo estuviera ya) cuando, tras decidir la Junta Electoral Central que la televisión autonómica catalana (que tiene más canales que la estatal, manda cojones) debe retransmitir actos de los partidos no nacionalistas como compensación al tiempo que dedicó a la manifestación del 11 de Septiembre, la sediciosa y sedicente Asamblea Nacional Catalana ha indicado que debería boicotearse a la cadena autonómica cuando realice dicha retransmisión.
Y luego se extrañan de que les comparen con los nazis...
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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