La izquierda, tanto la antigua como la nueva,
presume de ser más honrada y honesta que la derecha. Sin ir más lejos, el
telegénico cabeza de cartel paleocom
vino a decir que la izquierda es genéticamente honrada, que no pueden ser otra
cosa.
Sin entrar en esa disquisición (baste recordar el
caso Juan Guerra, o la afición del alcalde de Marinaleda a llevarse las cosas
sin pagar), lo cierto es que la izquierda, todavía más que la derecha, tiene la
mala costumbre de hacer lo contrario de lo que predican o, dicho de otra
manera, de hacer exactamente aquello que critican a los demás. Si critican el
hecho de que algunos utilicen los medios públicos como si fueran privados,
luego va Alfonso Guerra y resulta que se coge un Mystére para ahorrarse un atasco
y llegar a tiempo a la Maestranza a ver torear a Curro Romero.
Los neocom
han hecho bandera (una de tantas) de la defensa de los desfavorecidos por la
crisis, de aquellos que se han visto perjudicados por la misma, perdiendo su
puesto de trabajo y, consiguientemente, viendo disminuir sus ingresos. Por ello,
queda bastante poco estético que la alcaldesa de Madrid haya pasado parte de
sus vacaciones (un mes de vacaciones por uno y medio de, seamos generosos,
vamos a llamar trabajo… ya me
gustaría a mí disfrutar de semejante proporción) en una urbanización que cuesta casi cuatro mil euros a la semana. De nada vale que doña Rojelia diga que compartía alojamiento con otras ocho personas, porque eso pone el gasto por persona y semana en cerca de cuatrocientos
cincuenta euros… algo que no muchos de sus teóricos votantes podrían
permitirse. Pero sí doña Rojelia
porque, a pesar de su promesa, ha seguido cobrando lo mismo que su predecesora
en el cargo.
Y a poco de volver de su dorado retiro, volvió a marcharse a Argentina, en teoría en visita privada sufragada por la editorial que publica
su último libro (desconozco si es el último o el único)… pero visitando a la
botulinizada presidenta del país. A pesar de que, según ella, hay decenas de miles de niños pasando hambre en Madrid.
Pues nada, si como dice ella, doña Rojelia es un poquito de todos, puede quedarse con mi parte, que no la quiero ni aunque me paguen
por ella.
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